Abrió el su puño y cayó la jada entre dos surcos, la Morisca había destripado su último terrón ya de por siempre.
Quedaron también de por siempre y bajo la higuera, su zurrón su bota de vino su trozo de pan duro y ya no recordaba si también unos pedazos de quesos de ovejas.
Caminó hasta haberse vuelto a casa de su madre y empujó la puerta, dejo abierto.
Allí mismo en el patio, en desnudez se enjuagó con agua del pozo, eliminó todo rastro de las tierras de sus padres y sintió alivio.
Se mudó con las ropas que en el lecho de muerte prometió Mitio a Sumadre guardar para el día de su boda y metió en el bolso de su chaqueta el reloj heredado del Supadre.
Salió sin cerrar con llave, no se le ocurrió motivo para hacerlo, allí adentro no habían nadas que pudiesen interesar a ningún.
Paso por la puerta de Ladela y no quiso evitar mirarla, el día que la pidió de novia y ella contestó con una carcajada, se juró no volver a querer mujer y así fué, tiempo después volvería a querer, pero nunca más mujer.
Con cinco mil trescientas pesetas en la cartera, una maleta y veinticuatro años, se sento Mitio en la cuneta a esperar el autocar.
Al llegar el autocar subio un renacido Mitio sin maleta y sin el Mitio de venticuatro años. Mientras recorría el pasillo hacia los asientos de la parte de atrás se vió ya muerto en la cuneta, aún de piecon la cabeza y la maleta caídas.
No pudo marchar y dejarse. Volvió sobre sus mismos andares y descendió de espaldas del autocar mientras miraba a los ojos del chófer y le pedía perdón por hacerle perder el tiempo.
Con un “marche usted” le despidio el chófer y volvió Mitio a pedirle perdón. Esperó al autocar de la tarde, tenía tiempo y empezó por vaciar la maleta. Sacó primero el neceser con su peine y su pastilla de jabón. Las camisas y los dos pantalones los dejo en la gravilla con los calcetines y demás mudas. Ya con la maleta hueca se agarró por debajo de sus brazos de veinticuatro años y se arrastró hasta meterse su culo de veinticuatro años en lo hondo de la maleta vacía. Una vez partido el espinazo y descoyuntados los hombros solo tuvo que desgarrase los ligamentos de las rodillas para encajar dentro de la maleta todo el su cuerpo del Mitio de veinticuatro años.
Ya cerrada la maleta y cuando llegó el autocar de la tarde, la empuñó con fuerza del asa y se la puso a hombros. Así se la llevó durante el resto de su bida.
Aquella misma noche de camino a la pensión donde pasó sus primeros meses en la capital ya fue capaz de llevarse a el en la maleta a hombros, en equilibrio sin usar las ninguna de sus dos manos.
También me contó Mitio esa una vez que se aprendió de un francés un poema que empezaba así…
Partir c’est mourir un peut,
C’est mourir à ce que l’on aime…
(Edmond HARAUCOURT )

De aquí ven y mos
te entiendo perfectamente en mi etapa Gay ponía que pollas y no me gusta señalar pero corriendo salía Rotor y Bonox a comentar y algún sarasa más . No me los quiero imaginar en un quedada la de pollas que se comerían, pero es un suponer. El quE borra sí que es maricón..........