Enriqueta, la mofeta – Pinkalavera

Enriqueta, la mofeta

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Hola, bearlivers.

Hoy vuelvo con otra de mis historias. Hoy cuento una historia de cuando apenas acababa de empezar el año en el jardín de infancia.

Era un jardín de infancia muy duro… si no aprobabas los exámenes no te daban de comer y te zurraban con un látigo.

Me uní a la tuna para conocer a gente y huir de mis problemas personales, como la demanda por plagio de Loulogio por plagiarle chistes. Necesitábamos un descanso y le dije a mis colegas de ir a tomar algo. Al principio se resistieron, pues había que estudiar para el examen de la tabla del 2 pero utilicé mi labia natural para convencerles.

Teníamos un amigo al que le llamábamos el Tronpeta. No tocaba ningún instrumento. El caso es que estábamos sentados, hablando entre nosotros cuando un hediondo olor invadió el garito.

– Que puto olor, hay que contrarrestarlo. Tron, peta.

Pero mi amigo estaba distraído por la mujer que acababa de entrar. Una morena de negro, con uñas negras y una característica mecha blanca que recorría su melena.

-Perdón, acaba de entrar Enriqueta, la mofeta.

Pobrecillo, las cosas que hace no meterla. Lejos de criticar su nulo gusto y su pituitaria inerte, decidí ayudarle

-Pues sepa usted que soy poeta
le ayudare, amigo, a que la meta
Su pene acabara tocando su teta
simplemente use mi astuta treta
Pero, antes de eso, pásame el peta

Después de que criticara la horrible métrica de mi poema de niño le conté mi estrategia secreta de seducción, mi plan último para meterla en caliente: mi famoso chiste de los Dalai Lamas. Me dio lo mío y se lanzó al ruedo.

Por supuesto, mi técnica funcionó a las mil maravillas. Por suerte para vosotros me contó todo con pelos y señales.. de peligro biológico.

Estuvieron hablando un rato mientras la gente moría intoxicada por la peste a su alrededor. Caían como moscas. Hasta que se fueron al baño.

El resto lo sé por su versión de los hechos.

Tuvo muchos problemas técnicos… como no se duchaba, las bragas las tenía pegadas cual papel de magdalena. El loco del Tronpeta, que no tiene respeto por su vida, decidió degustar ese choped. El no sabía que el conejo no se come.

Los ojos le lloraban a medida que acercaba la cara a las costras y heridas que plagaban la entrepierna de Enriqueta. Un sonido martilleaba los oídos de trompeta, los gritos de mil almas en pena suplicando mientras las ladillas morían ahogadas en diversos fluido
El ecosistema que vivía en esa mata de pelo moría entre lametones con olor a whisky barato.

Lo peor fue meterla. Con tanta costra y roña incrustada era tremendamente incómodo pero con esfuerzo y saliva salió adelante. Después de un rato dándole, de repente, empezó a notar como lubricaba y dice que fue el mejor polvo de su vida.

Me comentó que estaba nervioso porque ni sabía si le estaba gustando pero se relajó después de eso.

Hasta que habló con ella. Le dijo que había sido genial, y que lubricaba mucho. Ella negó con la cabeza.

-Cariño, eso no era yo lubricando. Es que lo que antes era costra, ahora, es pus.

Nunca volvió a ser el mismo. Cada 2 años se corta un dedo de una extremidad, empezando por las manos. Y esto pasó hace 4 así que ya debe ir por los pies.

te entiendo perfectamente en mi etapa Gay ponía que pollas y no me gusta señalar pero corriendo salía Rotor y Bonox a comentar y algún sarasa más . No me los quiero imaginar en un quedada la de pollas que se comerían, pero es un suponer. El quE borra sí que es maricón..........