Buenas shurs, me gustaría contaros la historia de la mayor trolleada jamás ideada por universitarios, y cómo se les fué completamente de las manos.

Pero antes de empezar, es necesario aclarar un término: ¿Qué es (o dónde está) Basoche?
Basoche viene del latín, y significa Basílica: éste era el nombre con el que se conocía al gremio jurídico en Francia en la edad media. Este gremio, entre otras cosas, era conocido por su humor ácido y amoral y su organización interna, con su propio escudo de armas, e incluso un rey al que nombraban de forma democrática. Pero con la Revolución Francesa, esta sociedad desapareció.
Nuestra historia comienza en Francia en septiembre de 1977, donde un grupo de estudiantes de Derecho de la Universidad de Poitiers habían creado una hermandad con ese nombre, homenajeando a la antigua sociedad. El honor de ser el rey ese año le tocó a Didier Piganeau, un estudiante de 23 años de último curso que pasó a ostentar el título de Didier I. El principal objetivo de la hermandad, como buena hermandad, además de emborracharse y montar fiestas, eran los trolleos. Y aparte de las típicas bromas de ir a tirarle petardazos a la policía, decidieron un golpe de tuerca a la situación:
Bajo el argumento de que durante varios años habían trabajado con reyes, y por ello, estaban emparejados con la realeza, Didier decretó que la hermandad se dedicaría a mandar cartas troll a todas las casas reales, empezando con una carta a la reina Isabel II excusándose de no poder ir a la celebración de su jubileo por estar todos hasta arriba de exámenes. El siguiente de la lista fue el dictador africano Jean-Bédel Bokassa con respecto a su coronación como “Emperador”. En la hermandad decidieron enviarle una carta llamándole “querido primo”, ya que “todos los reyes al fin y al cabo somos primos”, y pidiéndole acudir a su celebración. El problema es que la carta que mandaron obtuvo respuesta, pero no de la manera que esperaban:
Poco más de un mes después, en noviembre, Didier recibió una carta de la embajada centroafricana en París: era Jean-Bédel, que reconociendo su realeza, había decidido invitarle personalmente a su guateque, que tendría lugar en unos días. Didier, completamente absorto, llamó a la embajada pensando que era una broma pesada, pero no: hasta le dieron indicaciones de que un coche pasaría a recogerlos. Incluso cuando intentó declinar la oferta insistiendo en que Basoche era un reino “muy pequeño y sin apenas recursos”, le respondieron que “sabían muy bien a quien invitaban”. Cuando preguntó acerca de cómo se desplazarían hasta allí, simplemente le dieron el número de una terminal en el Aeropuerto de Orly.
Tras una noche entera sin dormir, y sin saber cómo cojones actuar ante esta situación, decidió reunirse con la hermandad, y acordaron aceptar la invitación, ya que a fin de cuentas fueron ellos los que pidieron ir a la ceremonia, porque de no ir podía armarse la del pulpo. Así que Didier, junto a su novia Dominique y el “bardo oficial de la corte”, empezaron a preparar las maletas. Su equipaje era bastante ligero: ropa de verano, y el traje de graduación de Pigadeau, improvisado con una boina y una capa para dar apariencia de realeza. Un día mas tarde, el coche pasó a recogerlos y los llevó hasta el aeropuerto.
La terminal, situada en Orly Ouest, estaba completamente vacía. Casi llegaron a pensar que era una broma, ya que ni siquiera encontraron un letrero indicara el vuelo a Bangui, la capital del “imperio”. Pero cuando estaban a punto de darse la vuelta, un muchacho africano de la edad de Didier les avisó de que había un avión privado esperándoles a los 4. Este chico se trataba ni más ni menos que de Zera Selassié, príncipe heredero del trono Etíope.
“Un día eres estudiante empollando Derecho Civil, y al día siguiente eres un rey viajando en avión privado, invitado a la coronación de un emperador.”
Tras varias horas de avión junto al bueno de Zera, sin saber que podían esperarse a su llegada, nuestros protagonistas llegaron a Bangui, donde son recibidos entre los más de 7.000 participantes al evento. 5 días entre fiestas y guateques, viviendo en una mansión con guardias velando por su seguridad y con cualquier cosa al alcance de un chasquido de dedos, pasaron nuestros protagonistas. Pero sin apenas conversación, mas allá de seguir diciendo que eran los Reyes de Basoche ante las miradas de sospecha de nobles, reyes, empresarios, ministros y diplomáticos.

Afortunadamente, Didier y su compañía volvieron a Francia sanos y salvos, y fueron recibidos en su llegaba a Poitiers por varios estudiantes y periodistas casi como si fueran héroes. Para acabar de cerrar el tema, el asunto no pasó desapercibido para las autoridades francesas, que llamaron al padre del chaval para preguntarle acerca de lo que acababa de suceder. Con una conversación tal que así:
Su hijo, haciéndose pasar por Rey de Basoche, afirma haber estado en la coronación de Bokassa. Es esto cierto? ¿Será una broma, no?
No lo es. Es más, acaba de regresar hace nada.
(Silencio incómodo) Y ahora que cojones le decimos al Fiscal?
Finalmente, Didier acabó dedicándose al periodismo, y escribió un libro contando sus aventuras: Le Roi chez l’Empereur.

Todo el txto está cogido de un hilo creado por el shurmano Capitán manco, siendo el crédito del mismo completamente suyo.
te entiendo perfectamente en mi etapa Gay ponía que pollas y no me gusta señalar pero corriendo salía Rotor y Bonox a comentar y algún sarasa más . No me los quiero imaginar en un quedada la de pollas que se comerían, pero es un suponer. El quE borra sí que es maricón..........